Aguilar de la Frontera S. XV

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El cerro de Aguilar presenta características que han favorecido los asentamientos humanos, documentados en Aguilar, desde el Paleolítico inferior. Su acceso a cursos de agua, tierras fértiles y su elevación sobre la campiña, configuran un modelo de asentamiento fortificado que se ha repetido frecuentemente en la península Ibérica.
Este modelo, nos muestra, ya en el Neolítico, una sociedad organizada que comenzaba a domesticar animales y cultivar plantas, sentando las bases de un campamento permanente, con abundantes silos, en la ladera del cerro, al menos, desde el tercer milenio AC.
Este campamento y su ventaja defensiva, sería el foco que daría lugar a una urbe fortificada.
Con la llegada de los romanos, Ipagro se convirtió en el vigía de un cruce estratégico de caminos; la unión del valle de guadajoz con la campiña sevillana y la vía Corduba-Malaka de sudeste a noroeste, lo que reforzó, aún más su faceta defensiva.
Ya en el siglo IX, hay constancia del castillo utilizado por Omar Ibn como plaza fuerte para atacar Córdoba, y desde entonces, sufrirá diversas modificaciones y añadidos.
Entre sus características conocidas, la plaza de armas y 3 torres, construidas por Gonzalo Fernández de Córdoba, a finales del siglo XV.
Su torre del homenaje, con muros de 5 metros de grosor y bóvedas de crucería, era el espacio más noble y reservado a las audiencias.
Por útimo, en el exterior llama la atención una barrera que rodea al castillo, frente a un foso. Se denomina falsabraga y dispone de troneras, con una liza de 3 metros y un diseño muy elaborado frente a los embites de la artillería.

Documentación y supervisión:
Equipo técnico del Ayuntamiento de Aguilar

Estado actual: 
Publicado, pero pendiente de actualizaciones.